Cuando una editorial crea la portada para una novedad literaria o la reedición de un clásico, o cuando se diseña un packaging, no sólo debe tener en cuenta un diseño atractivo. Con la misma importancia, es necesario asegurar que esas ideas se puedan implementar de forma correcta con la combinación del papel elegido y las manipulaciones deseadas. Por ello, es imprescindible tener en cuenta las principales dificultades que pueden existir por cada una de las técnicas a aplicar, así como la solución para superarlas con éxito. En este primer post nos centraremos en aquellas manipulaciones que consisten en la aplicación de tintas sobre el soporte.

1. Impresión

Registro: Para imprimir un papel en offset, el material pasa por los diferentes cuerpos de la impresora (generalmente cuatro), en los que se aplica cada uno de los colores CMYK. Al pasar por el primer compartimento e imprimirse la primera tonalidad, el papel de fibra virgen puede perder su estabilidad dimensional, ya que los rodillos de caucho presionan el material para transferir la imagen y pueden estirarlo unos milímetros. Este fenómeno ocurre cuando se “tira” (o imprime) en la misma dirección de la fibra. Esto se debe a que las hebras de celulosa no están completamente estiradas en la composición del papel, sino que tienen una pequeña arruga, que al sufrir esta presión puede eliminarse. Al pasar por el siguiente cuerpo, el papel puede haber visto variadas sus dimensiones y afectar, por tanto, a la correcta impresión de un color sobre otro, dando como resultado un problema de registro e imágenes finales poco definidas. Para evitar este problema, basta con imprimir a contrafibra, de forma que las hebras de celulosa no estén alineadas en la dirección en la que el papel pasa por los rodillos.

2. Estampación

Grandes masas: Una de las dificultades más habituales es la estampación de grandes masas de color sólido, especialmente si tenemos en cuenta la gran cantidad de variables que entran en juego en esta técnica de manipulación, como ya vimos en un post anterior. Para ello, es necesario un tiempo largo de presión y calor (exposición larga), así como una cama de un material blando (preferiblemente caucho) que permita una buena adaptación del molde de papel y, por tanto, realizar la presión necesaria para cubrir todas las zonas. En cambio, si el objetivo es hacer líneas finas, será recomendable usar una cama dura (generalmente de cristal epoxi o poliuretano) y un tiempo inferior de transferencia.

Gofrados: En el caso de querer estampar materiales que no son lisos, el problema se produce por la diferencia de relieve que existe entre el papel, que tiene volúmenes, y el molde, que es uniforme. Por ello, la presión realizada debe ser suficiente como para marcar toda la superficie, pero entonces la película puede perder su forma y salirse por los lados al presionar. Además, es más probable que quede una marca por la parte posterior del material estampado. Este efecto no es problemático para papeles que deben encolarse y cuya parte posterior no será visible (como la portada de un libro de tapa dura), pero sí que lo es cuando ambas caras del papel estarán a la vista (por ejemplo, en portadas de revistas). En este segundo caso, para evitar que aparezcan marcas, la opción recomendable es evitar estampar en una cama blanda.

Oxidación por carbón: una última preocupación que puede surgir al trabajar esta técnica es el uso de películas metalizadas sobre papeles negros, ya que se pueden oxidar si el soporte contiene carbón para aportarle su tonalidad. En este caso, basta con cambiar el material por otro que no tenga este componente, y no se producirá la oxidación. Los tonos negros de Guarro Casas no están fabricados con carbón, por lo que no se produce este efecto en nuestros materiales.

3. Serigrafía

Grandes masas: Del mismo modo que ocurre con la estampación, cubrir grandes masas o superficies con serigrafía también tiene una cierta dificultad. Esta técnica de manipulación se realiza dejando pasar una tinta a través de unos hilos, con mayor o menor separación entre ellos, y que contienen una cera que permite el paso por unas zonas y lo retiene por otras, en función del diseño a plasmar. Para asegurarnos que la masa de tinta se aplica correctamente, debemos jugar con la cantidad de hilos y la viscosidad de la tinta para conseguir que se cubra de forma correcta.

Rugosidad del material: En el caso de los gofrados, es vital conseguir que la parte más profunda del relieve quede cubierta por la tinta, evitando que el color se quede solo en la parte superior. Para ello, hay que prestar atención a la densidad de la tinta y seleccionar aquellas que son más líquidas y, por tanto, consiguen penetrar y cubrir toda la superficie. No obstante, una tinta demasiado líquida se deslizará al fondo del gofrado, y provocará que las crestas queden mal impresas. En este caso, una segunda pasada puede ayudar a conseguir un buen resultado.

Soportes oscuros: Por último para esta técnica, puede darse una dificultad al querer combinar un soporte de color oscuro con dibujos o letras en tonos claras o pastel. La tinta tiene un matiz transparente que hace que el fondo sobre el cual se aplica pueda cambiar su color, especialmente si se da esta condición de diferencia tonal. Por ejemplo, al aplicar tinta amarilla sobre un papel azul, es posible que el resultado sea verde. Para evitar estos cambios tonales hay que optar por tintas más cubrientes o hacer dos pasadas (una de blanco y una del color seleccionado).

Marca

Aplicación

Apto para

Material

Tipo de acabado

Gofrado

Tamaño

Color

Gramaje