En los embalajes o los documentos de características del papel podemos observar unos símbolos que indican ciertos aspectos sobre el material comprado, tanto de sostenibilidad como de las materias empleadas, e incluso sobre el proceso de producción que han seguido. Pero lo primero que hay que saber es que existen dos tipos de certificaciones. En primer lugar, encontramos las oficiales, otorgadas por un organismo regulador europeo o mundial que se rige por normas establecidas internacionalmente (generalmente ISO) y con agencias en cada país para adaptarlas a la normativa nacional. En este caso, el sello de cumplimiento que ofrecen es el mismo para todos los países y sea cual sea la institución auditora.

En cambio, existen también otras certificaciones no oficiales, para las que empresas auditoras independientes comprueban el cumplimiento de ciertas normas o medidas y facilitan un sello propio para demostrarlo, que varia según quién lo ha otorgado, aunque se valoren los mismos aspectos en empresas distintas. Vista esta diferenciación básica, a continuación repasamos las principales certificaciones con las que puede contar el papel fabricado en nuestro país.

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FSC® (Forest Stewardship Council): Indica que las fibras del papel proceden de una explotación sostenible, plantada para usos industriales, que lleva a cabo una gestión forestal basada en buenas prácticas y favorece el desarrollo socio-económico de la zona. Para obtenerla, se comprueba el origen de las fibras compradas por la empresa papelera y que coincida con las cantidades que salen de la misma, así como la existencia de un sistema de trazabilidad durante todo el proceso. Este sello nació del Forest Stewardship Council(Consejo de Administración Forestal), una organización no gubernamental e independiente, sin ánimo de lucro, creada en los años 90 en Toronto. En España, el organismo que concede la certificación es FSC España.

PEFC (Programme for Endorsement of Forest Certification): Se trata de otra organización no gubernamental (nacida en 1999) que constata la sostenibilidad de los bosques de los cuales proceden las fibras, y establece que como mínimo el 70% de las materias primas utilizadas debe tener su origen en explotaciones forestales certificadas. Para la obtención del sello se tiene en cuenta toda la vida del producto, partiendo de su proceso de fabricación e incluyendo transporte y distribución.

REACH: Estas siglas aluden al Reglamento (CE) Nº 1907/2006, de aplicación europea, que hace referencia al registro, evaluación, autorización y restricción de las sustancias y mezclas químicas (Registration, Evaluation, Authorisation and Restriction of Chemicals). Certifica que no se hay uso de metales pesados en el producto, muy importante para evitar la absorción de estos elementos por la piel humana, por ejemplo, al sujetar un libro o un envase.

Reciclable (círculo de Möbius): Indica que el material se puede reciclar para darle una segunda vida. Cada una de sus flechas indican los tres pasos del proceso: la recogida de materiales, el reciclaje y la compra de productos reciclados; de forma que se cierra el círculo y vuelve a empezar. En los productos acabados, en su interior puede contener un porcentaje que indica el porcentaje que es reciclable. En el caso del papel, por lo general, se trataría del 100%.

Vegan: Este sello avala que no se ha usado ninguna materia que provenga de animales en la elaboración del producto. No solo se trata de la pasta base para la formación del papel, que no presenta problemas ya que se obtiene de madera, sino principalmente de los pigmentos que se añaden para dar color al material, que en algunos casos si que pueden tener origen animal.

GMO (Genetical Modified Organism): Su aplicación es muy poco frecuente, ya que se aplica para certificar que los papeles no se han producido con organismos que han sufrido modificaciones de la estructura del ADN a través de la biotecnología. Por ejemplo, en nuestro caso, contamos con este certificado en un papel que tiene en su composición naranjas, para indicar que no son transgénicas.

ECF (Elementary Chlorine Free): La inclusión de esta certificación en un papel indica que es “libre de cloro elemental”, por lo que la pasta no se ha blanqueado con gas cloro o gas elemental, sino que se ha usado dióxido de cloro en su lugar. Es decir, se elimina un elemento que genera cloroligninas tóxicas en el blanqueo, por lo que el proceso no es agresivo para el medio ambiente y el nivel de derivados del cloro en la composición del material es inferior a 0,8 kg por cada tonelada.

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Acid Free: Gracias a esta marca, es posible asegurar que en un material no se ha usado ningún tipo de ácido en las diferentes fases, tanto de producción como incluso en su acabado con el uso de colas con este componente. Los papeles tienen un pH 7 o mayor, que simboliza la acidez neutra (el rango del 0 a 7, por el contrario, identificaría que el material es ácido).

Long-Life: Cuando el papel cuenta con este logo, significa que sigue la normativa ISO 9706 y el material va a tener una duración mínima establecida, nombrados como “papeles permanentes”. Esto se garantiza mediante un pH ubicado entre 7.5 y 10 y una reserva alcalina que no supere el 2%, así como un 5% como límite de pasta semiquímica.

PH Neutral: Como ya hemos visto en los dos últimos sellos, esta certificación indica que en todos los procesos de fabricación a los que se ha sometido el papel se ha usado una reserva de agua con pH neutro, que se sitúa en el 7 de la escala. Los valores más ácidos se encuentran por encima de pH 7 y los más alcalinos por debajo. Esto se debe a que las sales presentes en la base acuosa necesaria en las fases de producción afectan al material.

Reserva Alcalina: Como también hemos comentado en esta última serie de sellos ambientales, la reserva alcalina de un papel debe ser inferior al 2%, tal y como fija la norma ISO 9706. El objetivo de introducir esta sustancia en la fabricación del soporte celulósico, generalmente a través de carbonato de magnesio o de calcio) es el de neutralizar la acidificación de los materiales con el paso del tiempo y, por tanto, conseguir que duren durante muchos más años.

EN 71: En este caso, el certificado que se basa en esta normativa asegura que el material se puede usar en la fabricación de juguetes para niños sin que suponga ningún riesgo para ellos y, por tanto, garantizando totalmente su seguridad. En este caso, aplicaría para los que están elaborados con papel, ya sea en parte o su totalidad.

Ecolabel: Este sello ambiental se introdujo por la Unión Europea en 1992, con la mítica flor como insignia. Los materiales que cuentan con esta estampa deben estar fabricados como mínimo por un 10% de fibras procedentes de plantaciones certificadas. Es decir, permite reconocer los productos ecológicos y distinguir los que tienen un menor impacto en el medio ambiente.

EMAS (Eco-Management and Audit Scheme): Indica que la empresa productora del papel tiene implementado un sistema de gestión medioambiental con compromiso por la mejora constante de sus procesos, por lo que se someten a auditorías completas. Pese a que el reconocimiento con este distintivo no asegura que un producto sea mejor para el planeta que otro que no lo tenga, apunta a que la empresa ha puesto en marcha determinados pasos para conseguirlo.

ISO 14001: En la misma línea que la anterior, contar con este sello manifiesta que la firma papelera ha implementado procedimientos para la mejora continua de su sistema de gestión ambiental.

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