En el post anterior repasamos la historia del papel desde sus primeros momentos como sucesor del papiro y el pergamino como soporte para la escritura hasta su entrada en la fabricación con molinos papeleros y el inicio de la comercialización por todo el mundo. Pero, para aumentar la producción y poder cubrir la demanda en pleno crecimiento, la tecnología evolucionó para dar origen a un invento que ayudaría a que la producción de papel a su vez viajara a otro nivel más eficiente.

El arte tipográfico y la imprenta

Tras inventar el arte tipográfico en 1440, que permitía obtener gran cantidad de copias de textos y, además, de cualquier extensión, la imprenta se convertiría en toda una revolución. Tal y como indica ASPAPEL, “dio una verdadera medida del valor y utilidad del papel ya que reunía, además de sus cualidades gráficas, el ser abundante, barato (costaba la décima parte que el pergamino), duradero, transportable y asequible a las enormes cantidades que requerían los impresores”.

Es así como la industria papelera y la imprenta se unieron de forma casi involuntaria, ya que se necesitaban mutuamente y retroalimentaban. De este modo, los molinos de papel se extendieron a un gran ritmo por toda Europa a finales del siglo XV. El uso del papel, además, dejó de ser un bien restringido a pocas manos y se extendió su comercio, convirtiéndolo en un producto mucho más accesible.

En búsqueda de nuevas materias primas

Pero al aumentar la demanda de papel para poder imprimir en estas nuevas factorías, también era necesaria más materia prima para su producción, y los trapos con las características óptimas para elaborarlo ya no eran suficientes para asumir tales cantidades de folios a fabricar. Se investigaron entonces posibles nuevos materiales vegetales que sirvieran de base. También en este proceso se descubrió el efecto del cloro como elemento válido para conseguir una mayor blancura de la pasta de papel, por lo que trapos coloreados que antes no servían para esta finalidad se pudieron incorporar en la fabricación.

Finalmente, tras más de un siglo de búsqueda, se encontró un material que permitía la obtención de papel con un origen al alcance: la madera. Pero aún hubo que esperar más años para conseguir los procesos mecánicos, en 1840, y químicos, en 1850, que impulsaron su uso.

Llegada a América

Paralelamente a estos procesos de mejora de la producción y como consecuencia de la colonización española en Hispanoamérica, el papel también llegó a este continente. De hecho, tuvo un rol protagonista en este contexto para la españolización y cristianización de las colonias. Pese a ello, no se fundó el primer molino en América hasta 1575 aproximadamente, en Culhuacán (México), ya que su posesión se mantuvo como monopolio real hasta entonces.

La edad de oro en la fabricación española de papel

España ya se había convertido desde sus inicios en un potente foco para la cada vez más avanzada producción de papel en Occidente, como punto de entrada al continente europeo de esta técnica. Pero es en el siglo XVIII cuando, en especial en Cataluña, se alcanza la edad dorada en el país. Fue entonces cuando la Corona impulsó una serie de ordenanzas para impulsar su fabricación y se liberalizó su exportación hacia las Indias.

Tras la visita por España de maestros papeleros de Génova y la mejora de las técnicas de producción, Felipe V creó la Real Fábrica de Papel en Madrid y los molinos del país ganaron relevancia dentro de Europa, aunque estas pequeñas instalaciones fueron quedando sustituidas poco a poco por grandes núcleos papeleros. Pero esta época de oro finalizó con la invasión francesa.

Hacia una fabricación más eficiente

Los molinos papeleros, desde su origen, se ubicaron a orillas de los ríos para usar la fuerza de la bajada del agua para moverse mediante la energía hidráulica. Es en el siglo XVII cuan

do los holandeses empezaron a explorar otra vía para obtener la fuerza que los impulsara: la energía eólica. También fueron los responsables de la incorporación de la pila holandesa al proceso de fabricación del papel, que hoy en día se sigue usando para la separación de las fibras de celulosa.

Del mismo modo, introdujeron hacia mitad del siglo XVIII el “papel velin”, que sustituyo el telar metálico por una tela de lino y que proporcionaba una superficie muy lisa y apta para la impresión.

Un invento revolucionario: la máquina de fabricación de papel en continuo

La Ilustración francesa también se convirtió en un nuevo impulso para la industria papelera, que transmitió la revolución de conocimientos a la fabricación del soporte para estos. Por ello, con el aumento de demanda, se investigó la forma de introducir nuevas materias primas. Pero no solo eso: en 1799 se inició una nueva era para la producción de papel con la máquina en continuo, que patentó el francés Louis Robert. “Con ella podían fabricarse hojas de doce a quince metros de longitud”, destaca ASPAPEL sobre este descubrimiento.

Eso sí, fueron los hermanos Foudrinier en Inglaterra junto con la fábrica Hall de Dartford, y más tarde el inglés Bryan Donkin, quieres perfeccionaron en los años siguientes esta novedad. A España este invento no llega hasta 1840, momento en el cual se constituyó la primera fábrica de papel continuo, en Manzanares el Real (Madrid). Le siguieron dos instalaciones en Burgos y en Tolosa.

La historia sigue en el presente

Desde entonces, las fábricas papeleras se han ido sucediendo, incorporando novedades en el proceso productivo para conseguir una mayor variedad de acabados, gramajes, colores y diseños. En nuestro caso, llevamos en activo desde 1698, cuando Ramon Guarro fundó Guarro Casas en La Torre de Claramunt (Cataluña). Tras una larga evolución y la experie

ncia recogida de diversos ámbitos de fabricación que hemos ido trabajando a lo largo de nuestra existencia, actualmente innovamos día a día para elaborar los mejores papeles de recubrimiento y packaging. En este camino nos hemos quedado con los conocimientos aprendidos de la historia del papel, para producir un material de calidad excelente sin olvidar de donde viene y los años de mejoras que hay detrás del material que nos sigue enamorando.

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