La impresión es la técnica de manipulación más generalizada, ya que es muy común en todo tipo de papeles. Pero si se quiere conseguir un acabado cuidado al detalle mediante el uso de materiales premium, es vital tener en cuenta algunos detalles del proceso para poder lograrlo. En primer lugar, cabe destacar que no se trabaja igual con todos los tipos de impresión. Existen dos métodos para esta técnica general: el offset (mediante tintas convencionales, tintas de oxidación rápida o UV) y el digital (con tinta líquida o con tóner seco). En este post, nos centraremos en la primera opción.
Cabe destacar que el offset se usa principalmente para tiradas largas, debido al coste de creación de las planchas para el proceso, que se debe amortizar con la producción. Además, para ajustar la máquina deben hacerse diversas pruebas de impresión hasta dar con el resultado correcto. Por otro lado, una vez están realizados estos pasos, cada copia se produce a un coste muy bajo. Pero para saber cómo realizar esta manipulación con el mejor resultado, vamos a repasar los principales factores a tener en cuenta.
1. El proceso
La impresión offset es un proceso que se basa en la aplicación de la tinta mediante planchas metálicas. Se trata de un trabajo indirecto, ya que la imagen no se transfiere directamente de esta estructura hasta el material final, sino que pasa por su camino por una serie de cilindros. En primer lugar, encontramos un recipiente que contiene agua, y una serie de rodillos mojadores la aplican sobre la plancha que contiene la imagen a imprimir (situada en el cilindro de ilustración). Esta estructura tiene un tratamiento superficial (más adelante explicado en detalle) que sólo permite que el agua se adhiera a las zonas que forman el negativo de la imagen (zona hidrófila). Otro recipiente contiene la tinta, y a través de los rodillos entintadores llega a la misma plancha, depositándose esta vez en las zonas que contienen el compuesto hidrófobo y, por tanto, no se han mojado con agua.
Una vez el cilindro de ilustración ya tiene la tinta únicamente en las zonas que nos interesa, pasa al cilindro offset, compuesto por caucho a modo de ‘esponja’, y éste imprime sobre el material. Al otro lado del papel se sitúa un rodillo de contrapresión, que ayuda a mantener firme el papel para una correcta transferencia y permite un juego de presiones. Este último elemento es especialmente importante para el trabajo de gofrados, ya que los chafa y asegura así su correcto trabajo.
2. Las tintas
Existen varios tipos de tintas para esta técnica de impresión, diferenciadas en función de la forma de curación (es decir, de “secado”). Por un lado, encontramos las tintas convencionales o grasas, que se curan mediante oxidación, por el efecto del aire, y funcionan de forma que el aceite que contienen repela el agua en el proceso. En el caso del papel no estucado, la tinta penetra dentro del papel, ya que se absorbe (como ocurre, a modo de ejemplo, con el papel de cocina al mojarlo con agua). En cambio, en el papel estucado, se queda en superficie por la capa previa de estucado que tiene aplicada este material, aportando mayor precisión y brillo (a modo de ejemplo, el papel fotográfico). Muy vinculadas a éstas existen las tintas oxidación rápida, que contienen un componente que hace que se curen mucho más rápido que con las convencionales, evitando que la tinta repinte al aplicarse en materiales poco o nada porosos, como pueden ser los papeles barnizados o con tratamientos superficiales.
Por otro lado, existen las tintas UV, que necesitan de una reacción química inicializada mediante rayos ultravioleta para curarse. La gota de tinta (formada por pigmento, componentes solventes y componentes curadores) se deposita sobre el material y queda en superficie. Mediante la aplicación de la radiación UV, se crean cadenas entre los componentes mediante una reacción química, hecho que cura la tinta. Pero, además, existen dos formas de realizar este proceso, en función del fabricante: LED-UV i H-UV, ambas una evolución de las tintas UV convencionales (que ya están en desuso por su toxicidad).
La primera usa la luz LED, como su nombre indica, que a diferencia de la UV tradicional no genera ozono, un gas tóxico y contaminante. Generalmente los fabricantes lo ofrecen como extra en sus máquinas de impresión, ahorra gran cantidad de energía ya que tiene un consumo bajo y la vida de las lámparas es de unas 20.000 horas aproximadamente. A diferencia de ésta, la H-UV está desarrollada por Komori (aunque no es exclusiva de este fabricante) y usa bombillas tintadas en el interior para producir la curación. Para ello, las lámparas se tratan con hierro para cambiar la longitud de onda, y cuentan con una vida útil entre 500 y 750 horas. Este formato tampoco emite ozono y requiere menos energía y calor.
3. La plancha
Como hemos visto anteriormente, para conseguir el dibujo, en el cilindro de ilustración se coloca una plancha de aluminio que contiene la imagen a reproducir. Para su creación, en primer lugar, a la plancha de aluminio se le aplica una emulsión formada por polímeros. Gracias a esta sustancia, cuando el proceso acabe la plancha será capaz de atraer la tinta en las zonas que nos interesa imprimir y, en su contra, repeler el agua en las zonas que no deben contener imagen. Para ello, parte de esta emulsión se quema mediante un láser que la fija al aluminio por la reacción química creada.
Una vez realizado este paso, la plancha pasa por un tanque revelador que, a través de la reacción química que se produce por el contacto y por la ficción con los rodillos, elimina de la superficie las zonas de la emulsión que no se ha quemado y, por tanto, no se han enganchado al aluminio. A continuación, esta pieza pasa por el tanque de agua, que la limpia con un chorro a presión. Finalmente, se engoma para aportarle protección y se seca, en las dos últimas partes del proceso.
Como resultado, se obtiene la plancha con el positivo de la imagen, que posteriormente, en el proceso de impresión, pasará en negativo al caucho y de nuevo en positivo al papel.
4. Marca de registro
La impresión se crea a través de la combinación de cuatro planchas, una para cada color CMYK (cian, magenta, amarillo y negro), por lo que en las estructuras convencionales de impresión hay cuatro cuerpos diferentes, uno por cada una de las tonalidades a aplicar. Por ello, es importante que, para la correcta formación de los diferentes colores, todas las tintas se apliquen exactamente en el mismo punto. Para ello, se incluyen marcas de registro, en forma de cruces finas. Si la aplicación es correcta, estas formas se ven de color negro tras la impresión (en registro) y si, por el contrario, no es correcta, se pueden apreciar los cuatro tonos en posiciones diferentes (fuera de registro). Esta sencilla tarea puede complicarse si el papel se mueve o no mantiene la estabilidad dimensional durante el proceso de impresión.
Este hecho tiene más probabilidades de ocurrir con materiales de gran calidad, que contienen mayor cantidad de pulpa de papel, ya que las hebras no están planas (aunque no sea visible a simple vista). Así, cuando los dos cilindros presionan el papel, está ‘onda’ se estira. Este problema se produce principalmente si imprimimos en sentido de la fibra, por lo cual una gran premisa de esta técnica de manipulación es que debe aplicarse siempre a contrafibra, especialmente con los papeles premium hechos con fibras vírgenes.
5. Lineatura
La parte positivada de la plancha (aquella que, como hemos visto, recoge la tinta) está formada por gran cantidad de puntos que conforman la imagen a imprimir. Cada combinación de color está creada a través de unos granos concretos, que están estudiados para conseguir la tonalidad deseada y para evitar el muaré, un efecto de ‘aguas’ que se produce en la imagen final cuando la lineatura no es correcta. Para ello, los puntos de cada tonalidad deben estar en una inclinación gradual diferente al resto, de forma que los puntos situados cerca acaban creando el efecto visual del color. De esta forma se crea lo que llamamos roseta.
Hay diferentes tipos de lineatura en función del número de puntos que hay por pulgada cuadrada: contra más haya, mejor definición de la imagen obtenemos. Pero debemos tener en cuenta que no todas las lineaturas se usan en todos los materiales, siendo las más comunes: 65-85 lpi (líneas por pulgada) en papel de periódico, 100-133 lpi en papel no estucado, 133-170 lpi en estucado y mate y 150-300 lpi en estucado brillante. Estos estándares no limitan que se puedan llegar a usar otros valores, ya que con papeles Guarro Casas se han llegado a lineaturas de 210 lpi en papeles que a priorino aceptan esa densidad. Así, el offset generalmente trabaja entre los 65 y los 300 lpi, como podemos ver