Al crear un proyecto con papel, elegir un color vivo que represente a la perfección el concepto es uno de los factores decisivos. Pero, además, hay un aspecto en el que no se suele pensar, pero que es esencial para conseguir una buena calidad más allá del primer impacto visual: que la tonalidad se mantenga a lo largo del tiempo.
El envejecimiento del color es uno de los principales enemigos de este material, ya que el paso de los años hace que éste pierda intensidad o varíe por agentes externos que van modificando el papel, como la humedad o el calor. Esto se debe a que el papel está vivo, como solemos recordar desde Guarro Casas: no se puede evitar que envejezca, pero sí que se pueden tomar una serie de precauciones en su fabricación para mejor su durabilidad.
Así, para mantener vivos los colores, influyen cuatro factores diferentes, que hay que controlar en el proceso de fabricación para conseguir un resultado excepcional.
PH neutro
El primero de ellos es el uso de agua con pH neutro durante su producción. El pH marca el grado de acidez o alcalinidad en una disolución acuosa, que indica la concentración de iones de hidrógeno, y se mide en una escala del 0 al 14. Las disoluciones con valores por debajo de 7 son ácidas (con mayor número de iones de hidrógeno) y las superiores alcalinas (con menos cantidad de este elemento). El PH neutro se encuentra en el 7, lo que significa que se encuentra en equilibrio.
¿Pero cómo influye en la conservación del color? Se debe a su grado de acidez. El ácido es la causante de la degradación natural del material y este proceso es el que produce el “amarilleamiento”. Para evitar que el paso de los años pase factura a un libro o envase realizado con este material, debe optarse por pH neutro en la fabricación, para evitar la acidificación posterior y potenciar así su buena conservación.
Tintado en masa
No todo se debe a la composición del agua que se usa al formar los folios de papel, sino también en la forma de agregarle el color. El tintado en masa, a diferencia del pintado superficial, evita que el tono se pierda rápidamente con el tiempo, ya que con el desgaste de la parte exterior del material no desaparecen los pigmentos o colorantes agregados, sino que toda la fibra del interior también cuenta con ellos de forma uniforme. Por ello, todos los papeles de Guarro Casas están tintados en masa, para garantizar la intensidad de color tanto en el primer contacto con el material como con el paso de los años.
Blanqueamiento
Otro de los factores que afectan a la viveza del tono es el blanqueamiento. La pasta que se usa para la producción llega a fábrica blanqueada para que tenga las mejores características de color, aunque se le pueden añadir blanqueantes ópticos en algunos casos para que algunos blancos queden más luminosos. Cuando se usan fibras recicladas, por ejemplo, la pasta llega con restos de colores que hay que intentar eliminar añadiendo estos componentes para un acabado más blanco.
Pero aunque el primer resultado es bueno, los blanqueantes ópticos, con el tiempo, ven reducidas sus propiedades, por lo que a largo plazo acaban amarilleando el papel. En cambio, un blanco natural conserva mejor el tono con los años.
Para saber si un material cuenta con estos compuestos, se puede colocar bajo una luz negra o UV: si brillan, es que se han añadido para conseguir un color más luminoso. Esto se debe a que absorben la luz ultravioleta, entre los 340 y 400 nm del espectro electromagnético, y la reemiten en la región azul, que se encuentra en los 420-470 nm.
Certificación LONG LIFE
También vinculada al paso del tiempo, existe la certificación LONG LIFE, la única que garantiza que se evita el amarillo a largo plazo, entre otros aspectos. En general, certifica el cumplimiento de los requisitos fijados en la ISO 9706 y que especifica los criterios de permanencia del papel. Por ejemplo, contempla dos de los factores que hemos tratado hasta ahora: que el agua usada en el proceso debe tener un pH entre 7,5 y 10 y que la reserva alcalina aplicada no supere el 2%.
Pese a que esta certificación avala la calidad del papel en el proceso de fabricación, que se puede regular a través de los componentes que intervienen, la conservación correcta depende del uso que se le da a posteriori, una vez ya ha sido otorgada. En esta segunda parte se encuentran circunstancias como las condiciones de humedad y luz en las que se guardará el objeto de papel, muy variables según el entorno y difícilmente controlables.
Más allá del envejecimiento: colores metamétricos
Pero además de estos cuatro factores que pueden modificar el tono, existe otro concepto a tener en cuenta y que puede influir en cómo lo percibimos. Los colores metaméricos son aquellos que medidos en sus coordenadas con la ayuda de un colorímetro son idénticos, pero visualmente se perciben de forma distinta.
Además, en el momento de observar un papel hay que tener en cuenta que afectan algunas condiciones determinadas (como la temperatura de la luz, la vista del observador, la geometría o ángulo de observación, etc.) que pueden variar cómo los vemos. Así, por ejemplo, no veremos lo mismo bajo la luz natural que en una sala con LED o con fluorescente, como os explicábamos en un post anterior sobre la percepción visual del color.
Como hemos podido observar, son muchos los elementos que influyen no solo en la formación del color y su conservación a lo largo de los años, sino que la percepción también afecta al tono que percibe nuestro sentido de la vista. Un proceso de producción cuidado y con componentes adecuados es la mejor garantía de calidad para un papel que dure en perfecto estado pese a su uso repetido.